RASTRO
En el cajón de libros se mezclaba
un cúmulo de títulos diferentes. El cartel
a rotulador indicaba que por 75 pts.
te llevabas un ejemplar y por 200, tres.
Abundaban las memorias de políticos olvidados,
la novela rosa y los de recetas de cocina fácil.
Era una caja de lámparas viejas
en la que tenías que acertar
cual de ellas tenía el genio.
Soy malo para leer las letras escritas a mano,
palotes y serpentinas para mí indescifrables.
El autor de aquel libro había escrito
de su puño y letra una dedicatoria
que me resultó de la claridad de un espectro:
"A Laura: nos comeremos el mundo."
(Roberto Rodriguez)